martes, 9 de septiembre de 2014

... Y el tercer palio




   ...Y el tercer palio, el mío, también aguarda la espera. Mi virgen es pequeña, está demasiado pendiente del momento que tendrá que salir detrás de Su Hijo. Pasará toda la noche siguiendo los pasos del fruto de su Vientre, desapercibida una Madrugada más, como lo está todo el año, cumpliendo con Su Evangélico papel secundario. Pero siempre estará, en la Madrugada, acogiendo con Su Manto las almas de los que Lo vieron pasar caminando y no pudieron seguirle; durante el año en su Camarín, al que siempre podremos acudir, desviando la mirada, cuando no nos atrevamos a mirarlo de frente, porque le hayamos ofendido otra vez. Es mi virgen del Mayor dolor, la más discreta, la que siempre ha estado con los Suyos desde el lejano día que se fundó la Hermandad del Traspaso en torno a Ella, la que siempre nos acompañó en la Estación de Penitencia. ¡Mujeres de Jerusalén!, no lloréis por mí, hacedlo por mi Madre y no la dejéis sola (Lc. 23, 28).





Enrique Esquivias de la Cruz








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