domingo, 31 de agosto de 2014

Un Milagro LLamado Macarena

¿Cómo te gusta más la Macarena, sevillano? 
¿Con la penumbra del último brillo de su candelería 
o con la primera luz de la mañana 
asaltando su rostro en una calleja? 
Dime, ¿cómo te gusta más? 
¿En la soledad de su camarín o en la multitud de su Arco? 
¿Cómo te gusta más la Macarena? 
¿En la suave y llorosa mecida de cualquier segundo de la Estación 
de Penitencia o en su víspera hebrea de una tarde de paseo? 
Dime, sevillano, ¿cómo te gusta más? 
¿Surcando el atronador griterío de corazones que la espera en su 
salida o recogiendo el caudal de lágrimas que la arropa en su 
vuelta? 
¿Cómo te gusta más la Macarena? 
¿En la quietud de Sor Ángela o en el arrebato del Duque? 
¿En el silencio de la Catedral o al amparo de las voces de su barrio? 
¿Entre el bullicio de calle Parras o en su encuentro con la 
Anunciación al compás melancólico de Valle? 
Dime, ¿cómo te gusta más? 
¿Viéndola llegar, buscándote con su mirada oyéndose de ti, 
mientras ves su Palio cimbrear por su trasera y te invade esa 
pegajosa agonía de lo ausente? 
Hoy se aparece Dios en el relente 
De una noche resuelta en Macarena. 
Se me avivan los pulsos bruscamente 
Y enloquecen a su paso por las venas
Voy contigo, Señora, hacia la calle 
Esperando el milagro y el asombro 
Ceñiremos Sevilla por el talle 
Y a la luna, el brazo por los hombros
Tú tenme, Macarena, sin medida 
Predispuesto a añorarte y a quererte 
Porque una aurora entera fue vencida 
Para llegar aquí, y poder verte
Y para hincar al pie de tus altares 
El peso de mi fe en mis rodillas 
Y esperar que en el cielo se dispare 
Un repique de amor y campanillasQue anuncie que la Madre de Sevilla 
Llega a casa, feliz, amaneciendo 
Tan hermosa, resuelta y tan sencilla 
Que hasta el cielo en su amor se le va abriendo
Azahar por los ojos, por las manos 
Siento a Dios cabalgando por mis venas 
Yo no sé lo que pasa, sevillanos 
Cuando miro pasar la Macarena.

Carlos Herrera




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