"Bastaría el despertar de estos sentimientos que promueven las Cofradías entre esa masa popular, para ponderar su labor de catequesis con aquellas palabras atribuidas al santo Cardenal Spínola que afirman: "las Cofradías vienen a ser el Catecismo del pueblo", porque a través de nuestros "pasos" e insignias instruyen en los principios y misterios de nuestra fe católica, pero no solamente nos instruyen, sino que también nos edifican y nos hacen más creyentes, porque al ver la estampa viva y real del Dios Hombre cuanto más humilde y abnegado, más y más inicuamente befado y escarnecido en el infortunio y tortura de su Pasión, y al ver esas Vírgenes Dolorosas que propiamente lloran, desgarrada el alma por la pena y el dolor, ante el Crimen afrentoso que en la carne de su carne se va perpetrando, sentimos como más hondas y arraigadas nuestras creencias, y a través del amor, del dolor o del arrepentimiento, nos adentramos en el seno mismo de esa sacrosanta Pasión. De tal manera y tan intensa es la llamada que hace a nuestra fe ese Cristo devotísimo de la Buena Muerte, ese Crucificado del Amor que por amor a la humanidad muere y al morir, en prueba de ese amor, nos abre las puertas a vida eterna; ese Nazareno amoroso de Pasión que al mismo Martínez Montañés, parecía imposible que fuera obra de su gubia genial, porque más que humana tiene hechura divina; ese "paso" de la Quinta Angustia de tan sublime patetismo, donde vemos toda la majestad y omnipotencia del Hijo de Dios convertidas en el despojo de una humanidad vencida y derrotada, o ese otro de la Sagrada Mortaja, que nos presenta sobre el regazo de la Madre traspasada de dolor el cuerpo, yerto, lívido y acardenalado de su Hijo Divino ungido por las lágrimas de María Magdalena, que tenemos por seguro que hasta los impíos y descreídos, al ver esos "pasos" y a toda una ciudad agitada y conmovida en torno a ellos, habrán de sentir como turbado y al mismo tiempo iluminado por el brillo de sentimientos complejos y también de extrañas purísimas emociones, su innato espíritu religioso, y allá en el fondo insobornable de sus propias conciencias, y como un eco del pueblo deicida, tendrán que reconocer que ésa, la nuestra, la que así orgullosos pero reverentes exhibimos, es la única Religión verdadera y que esos Cristos que en nuestros "pasos" agonizan en la Cruz, imagen cierta son de aquel otro, Hijo de Dios, que en la Cruz se dejó inmolar por salvar y redimir a toda la humanidad."
Miguel García Bravo Ferrer
Foto: Ramón Morales Reyes |